según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

18.2.10

Elencos Umbertianos

http://www.uimp.es/blogs/sevilla/2010/02/18/conferencia-de-umberto-eco-en-sevilla/

De la Conferencia impartida por Umberto Eco en Sevilla, el 17 de Febrero de 2010, en la Iglesia del Hospital de los Veberables, con el título "El vértigo de la Lista".


Vertiginosa fue la conferencia, la agilidad mental de su autor y su erudición. Cualidades que dibujan la fama de Umberto Eco. En definitiva, Eco fue Eco en grado superlativo.
Para ello eligió un argumento que se presta al lucimiento erudito y al juego de la palabra como pocos, el elenco. Práctico o poético, en distinción que él mismo enunció y ejemplificó con la lista de los amoríos de don Giovanni, a cargo de Leporello (práctica, finita e inclusiva de una totalidad) o con las letanías a María Santísima (poética, virtualmente infinita, que pretende transmitir un sentimiento de vértigo, de grandeza, ilimitado).
Tras pasar por esta y otras distinciones lúcidas, reveladoras (la definición sistémica frente a la definición por enumeración de propiedades), tras recitar listas memorables de la literatura o la protociencia, como la de los mil tipos de testículos (cojones, para ser exacto, y en español), terminaría en dos listas absolutamente memorables de la literatura, obras del genio de Borges, la descripción del Aleph y la clasificación de los animales en "cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos" que aparece en el ensayo-ficción "El lenguaje analítico de John Wilkins"; la primera como muestra de elenco que pretende incluir explícitamente el universo a través del caos y la segunda como desafío a cualquier orden lógico o lógica de ordenación, que alcanza la cumbre del caos, la destrucción de la "elenquistica" (por la belleza de estas dos listas, las incluyo al fin de esta nota).
Desde aquí, la www, "la madre de todas las listas", hagamos un homenaje a la inteligencia del piamontés ubérrimo, y su capacidad de sorprendernos con cualquier argumento que se aproxime, siquiera remotamente, sus soberanos dominios de la semiótica. Laudate Eco!
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La descripción del Aleph, por Borges:

"En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo."

No he encontrado palabras aún para glosar esta pieza, me remito a las de Eco.
Y ahora, la enciclopedia china de los animales:

"...

Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en


  1. pertenecientes al Emperador
  2. embalsamados
  3. amaestrados
  4. lechones
  5. sirenas
  6. fabulosos
  7. perros sueltos
  8. incluidos en esta clasificación
  9. que se agitan como locos
  10. innumerables
  11. dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello
  12. etcétera
  13. que acaban de romper el jarrón
  14. que de lejos parecen moscas
..."
Tampoco es probable encontrar palabras bastantes para describir la inquietud que transmite este listado, que se resiste a cualquier catalogación taxonómica... ese "etcétera" en medio del la lista hace ya suficientemente incomprensible el conjunto, pero no contento, Borges elenca a su vez "los incluidos en esta clasificación"(!) destruyendo irremisiblemente los cimientos de la lógica, uno de cuyos pilares es que lo listado no se puede incluir en una lista, como no se puede incluir lo definido en la definición.
Sólo para rememorar estas dos listas hubiese merecido la pena la conferencia.
Gracias

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Mi buen amigo Carlos Porras me facilita un nuevo elenco nada desdeñable, se trata del índice de una obra de Fray Andrés de San Miguel, fraile carmelita y gaditano por más señas, emigrado a México para difundir la carpintería de lo blanco, en su calidad de arquitecto de la orden, a finales del XVI y principios del XVII.
Lo transcribo:

Primera Parte:

Templo del Rey Salomón.

Análisis de templos del Perú. (¿estuvo alguna vez allí?)

Reglas para construir iglesias de la Orden.

Segunda Parte:

Tratado de arquitectura.

Tratado de matemáticas.

Tercera Parte:

Tratado de Hidráulica: aguas, acueductos, bombas y desagües de la ciudad.

Relación del viaje a Nueva España en la Santa María de la Merced.

Demostración de la Gracia de la Virgen mediante cálculos numéricos.

Breves notas sobre priscos y melocotones.

Esto se llama ir de lo general a lo particular. Los dos últimos apartados se prometen apasionantes. Es brillante la nota de Carlos en la que me hace una lúcida reflexión: "Te recuerdo que, Alcaudete, que hasta hace tiempo era un reconocido productor de orejones, tiene por patrona a la Virgen de la Fuensanta..... " lo que resuelve, de momento, la relación entre el tratado de hidráulica, la gracia de la Virgen y los melocotones. Algo hemos avanzado (si admitimos que Fray Andrés tuvo su revelación particular en las inmediaciones de Alcaudete, claro...).

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