según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

5.9.09

BERLÍN. Museo Judío.



Siguiendo la estela, con perdón por el chiste fácil, del Monumento al Holocausto, he revisitado, diez años después, el bien llamado Museo de Liebskind, Museo Judío para el siglo. Digo bien llamado según el nombre del arquitecto porque en este caso el contenedor supera con mucho al contenido, al tiempo que lo inventa, permite, justifica y amplifica. Me explico, en este museo el pueblo judío, convenientemente representado por alguna fundación, se concentra como suele en su desgracia y persecuciones entre laudes apologéticos, todo sin duda muy justo y merecido.

En mi primera visita de 1999 el museo estaba vacío, se exhibía exclusivamente el edificio, lo que era bastante raro pero sin duda sintomático de los planteamientos de sus promotores.

Entonces fui muy crítico con esta arquitectura, que consideraba (y considero) expresionista-expectáculo, tendente al tren de la bruja y no lejana a los hoteles temáticos de Las Vegas.

Hoy, que no ha cambiado el edificio, pero quizá yo sí, lo comprendo algo mejor, o al menos lo justifico, no sin cinismo.
Como digo, me ratifico en que se trata de una habilidosa atra
cción de feria historico-política-cultural, concebida para provocar en el visitante sensaciones lúgubres, opresivas (repetir el adjetivo "ominosas" en dos posts seguidos sería excesivo, aunque puede que no sea casual), angustiosas... si dejamos al margen alguna redundancia semántica en ciertos espacios del edificio que no enriquecen la experiencia y quedan como una tematización, por ejemplo, los "zarpazos" en la fachada.


En efecto, el edificio se concibe para vender el contenido, lo que logra con gran eficacia, puesto que no es probable que la misma exposición, situada en un contenedor neutro, fuese una de las más visitadas de Berlín. Precisamente por eso, debemos decir que estamos ante un gran éxito. ¿Arquitectónico o comercial?, se dirá, ¿pero hay diferencia? Si el encargo del arquitecto consistía en hacer algo que vendiese, el éxito comercial será el éxito arquitectónico, al menos desde el punto de vista funcional. Así pues, ¿no estamos ante un sencillo edificio funcionalista, un simple, honesto y bien concebido decorado de una película de terror? Sí, exacto, igual que no es un hotel temático de Las Vegas, pero somos hijos de Venturi, que vino a bendecirlo.

Por otro lado, reconozco que la experiencia de sentarse en un rincón de la Torre del Holocausto es sobrecogedora hasta donde la arquitectura ha conseguido impresionar el alma humana. Le debe mucho al expresionismo, sí, pero ese es otro tema. El caso es que no otra cosa persiguen las catedrales góticas y, de una u otra manera, toda la arquitectura aúlica: impresionar, transmitir un mensaje, dejar una huella. Y eso es fenomenología, expèrimentar las sensaciones que produce la arquitectura.

Pues entonces, ¿qué hay que criticar?

1 comentario:

ussr_3 dijo...

Interesante edificio, aunque con un tema tan triste creo que no iria a verlo. La verdad es que una vez pase por el lado y no me acerqué.