según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

9.8.08

CANADA.05

MONTREAL.
La ciudad más grande de la provincia de Quebec y la segunda del país, la gran metrópoli francófona de América y segunda del mundo después de París, aunque claro, francés no se habla en demasiados sitios. Vive en una especie de neurosis por no saber si quiere ser una ciudad europea o americana. Llegando desde Toronto no hay duda, es mucho más europea, aunque supongo que si se aterriza directamente desde Europa la diferencia sería aún más abismal, destacando su carácter americano. Pero la cuestión no es analizar cómo es, sino cómo se reconoce a sí misma. Este dilema está sin duda incrementado o azuzado por la cuestión de la identidad/independencia quebecois, esa cosa un poco incomprensible que pasa en Canadá por la que muchos francófonos de Quebec se entretienen en vincular su singularidad fonética a un deseo de independencia política. Aunque pensándolo bien, Canadá es un país pintoresco políticamente. Su extrema juventud histórica aún ni siquiera se ha reafirmado. No mucha gente se para a pensar que es la única monarquía de América. Sí, ¿no te acordabas?, tienen reina, su graciosa majestad Isabel II, sí, esa, la Reina de Inglaterra es también reina de Canadá, lo que sólo recuerdas por su efigie en los billetes. Y nombra a un Gobernador General que la representa y que ahora mismo es una simpática negrita de Haití (¿?). Este hecho está vinculado a su pertenencia a la Commonwealth y de alguna manera hace que el momento de su independencia política de la metrópoli se difumine en la historia como una serie de concesiones británicas al autogobierno, a lo largo del siglo XIX, que culminaron en 1867 en una Constitución que para más inri se llama la Brithish North Améria Act y consagra el vínculo monárquico. En fin, espero que Juan Antonio, el gran fatigador de la Wikipedia, nos lo explique mejor, pero yo no acabo de verle la cosa nacional y patriótica al país. A lo mejor por eso son tan tranquilos y civilizados y se ocupan de cosas importantes y no de política. Y por eso choca más la manía pintoresca quebecois, que en realidad parece que viene de más antiguo, de cuando los ingleses le dieron a los gabachos por donde amarga el pepino y le quitaron la gran colonia y su enorme negocio. Entonces las provincias del norte eran francófonas y sólo una minoría en el sudeste se vinculaba a los ingleses neoyorquinos y bostonianos. Una cosa curiosa es que Old York es una de las poblaciones que originan Toronto, el nuevo ya lo conocemos todos. Solo la huída al norte de ingleses tras la independencia de Estados Unidos (ahí fueron los ingleses los que recibieron, je, je) aumentó la proporción anglófona y empezó a darle peso a esta cultura en Canadá. Parece que esa paulatina britanización es la que les viene molestando y quieren revivir una especie de herencia tardocolonial de raíz francesa, hablan incluso de promover un estatus de relación con Francia, a ver si quieren que le pongan a la Bruni como Gobernadora General…

Bueno, pues decía que todo ese follón de reivindicaciones y referéndum independentistas (perdidos) parece que alimenta el carácter singular de Montreal. El vector francófono es el europeizante, el anglófono y la emigración representan el corazón americano. Los barrios de mayoría francófona, como el Plateau Mont Royal son los más marcadamente singulares, curiosamente hay algo en su ambiente y arquitectura que me recuerda a esa Nueva Orleáns que no conozco más que por las películas. Los barrios del oeste de la ciudad nos ubican de Nuevo en ese Canadá puramente norteamericano, por más que ellos se esfuercen denodadamente en repetir que son muy diferentes a los estadounidenses. No niego las diferencias sutiles, pero mi capacidad para percibirlas aún no está suficientemente afilada.

El carácter híbrido, indeciso de Montreal es seguramente el responsable de que no me haya interesado especialmente. Es una ciudad más “bonita” que Toronto, como dice todo el mundo, tiene más calles llenas de casitas coloniales o neo-coloniales, más árboles en las calles, más iglesias historicistas imposibles, se enorgullece de su “centro histórico”, una rareza en América del Norte con un dédalo de calles ligeramente irregulares constituido por edificios en buena parte del S.XVIII, sin olvidar la impresionante Rue Saint Anne, el germen de la downtown que exhibe maravillosos ejemplos de proto-rascacielos eclécticos de XIX y primer tercio del XX y un caso impresionante de poderío urbano tardo colonial. Dicho lo cual no he sido capaz de extraer una impresión del carácter de la ciudad, es una especie de totus revolutus, un parque temático de intenciones inconclusas. Lo que más me ha llamado la atención en conjunto ha sido precisamente la sólida continuidad tipológica del extensísimo y ya mencionado barrio Plateau Mont Royal, “Le Plateau”, la meseta. Una retícula residencial de tres alturas, arbolada sin fisuras y con avenidas comerciales. La tipología que lo constituye en al menos un 80% es su típica casa, como en la que vivimos. Una casa entre medianeras con jardín trasero, en la que cada planta es una vivienda; la singularidad está en el acceso, el de la planta baja es directa y el de las altas es a través de una escalera en fachada que produce un porche en dos alturas adosado a una fachada retranqueada de la acera el espacio necesario para permitir ese sistema de acceso y relación con el exterior. La repetición del modelo, con multitud de variantes y singularizaciónes, produce unas calles singulares y muy vibrantes, además de un filtro singular entre lo público y lo privado. Habría que investigar el origen de ese modelo singular, que le otorga una gran independencia a cada una de las viviendas pese a ser un modelo plurifamiliar.

Bueno, cuando eso es lo más excitante que se puede decir de una ciudad, es que no te ha quitado el sueño ni siquiera un ratito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye, al final no ha quedado claro si Montreal es bonito o no.

Yorick dijo...

en efecto, no me ha quedado claro...
digamos que sí, tiene muchas zonas que son exactamente eso, "bonitas", con la carga de limitación que tiene ese adjetivo.
si tienes que ir allí por algún motivo, no padecerás una ciudad fea. pero para mí no tiene el interés suficiente como para ir hasta allí sólo para conocerla.