Lo mas impresionante de Cuenca es la orografía tallada por los dos ríos, Huécar y Júcar en dos hoces que dejan el promontorio mayor de la villa y otro menor, que ocupa el convento de S. Pablo, hoy Parador.
La integración en esa orografía es el valor de la su arquitectura popular. Aunque las casas colgantes, por cierto, tienen una pinta de invención tardo-romántica de la época del barrio de Santa Cruz de Sevilla, que no pueden con su alma. Hay algo en su textura y revestimientos que huele a proto-parador… habra que investigar.
El mejor monumento, La Catedral. La fachada es HORRENDA. Merece dinamita, y me da igual que se patine y en cien años parezca antigua. Siempre fue fea y siempre lo será. El interior, magnífico, responde a un progresivo ensanchamiento de miras. La capilla mayor (origen de la iglesia) se apoya en contrafuertes murarios radiales, que dejan unas capillas rematadas en trompas muy interesantes. La trasera, sepulcro del Patrón S. Julián, forma un transparente, al modo del de Toledo, pero más modesto, con una entrada de luz cenital y transparencia con el presbiterio a través del sepulcro del Santo.
Las naves de los pies son mas interesantes, con un gótico normando que yo no he visto en España. El triforio exento, escultórico, adelantado al clerestorio propiamente dicho, dejando en medio un deambulatorio, es una cosa rara y muy potente en el juego de sombras.
Me encantan los pilares góticos cilíndricos. Su ausencia de referencias arborescentes cuenta mejor el origen del estilo.

Es una girola de 2 naves concéntricas, lo que ya es raro, y además en una iglesia de 3 naves, que queda convertida en pseudo-5 a partir del crucero.
Además, los muros laterales se abren respecto a los ejes de las naves primitivas, queriendo ensanchar aún más el deambulatorio, que ya es doble, como si les faltara espacio. Parece que quisieran que este espacio trasero fuera una especie de catedral curvada, trasera y casi independiente con gran importancia de los cultos que acogía.
El caso es que resulta un espacio raramente indefinido en su topología, como sin ejes, peripatético. Un espacio en el que uno no se imagina al pueblo orando, sino a los canónigos deambulando, observando, conspirando...
(Estupendas las vidrieras de los años 90, fruto de un concurso, sobre todo las de los óculos del clerestorio. Se agradece cualquier información sobre las mismas.)
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