Exposición en Fundación “La Caixa”. 30 Octubre de 2004
(notas)
Me ha traído a esta Exposición contemplar en directo una de las obras de arte que para mí ha constituido un mito desde que era estudiante: “Ofelia” de Millais.
Allí estaba. Enorme, inagotable, vibrando con una cantidad de información visual que producía una especie de reverberancia, de redundancia de la realidad, que era lo que, paradójicamente, producía una sensación de inverosimilitud de la obra, aparentemente contraria a los postulados prerrafaelitas que definiera Ruskin.
El instante efímero que elige Millais, el momento en el que Ofelia es arrastrada por el río, flotando por el aire contenido en el pliegue de sus ropajes (antes de que se empapen y la arrastren a fondo) dejando caer el ramo de flores que recogía en la orilla y aún cantando; ese breve momento, de final conocido, digo, contrasta con la monumental dedicación que exige y transmite la minucia ejecutoria de la obra, contándonos meses de dedicación, junto a un arroyo de algún rincón bucólico. En esta nueva paradoja reside parte de la tensión expresiva del cuadro.
(No hay que perderse la lana apelmazada del culo del cordero en primer plano de “Los lindos corderitos” de F. Madox Brown).
Apunte para una idea: los Prerrafaelitas conviven con el nacimiento de la fotografía. En aquel momento no estaba claro ni su futuro ni su capacidad. La pintura se siente atacada o quizá, “retada” y lanza este último órdago a la perfección en la reproducción de la naturaleza, totalmente obsesiva.
Más tarde, el pincel reconoce su derrota, su incapacidad, y busca campos propios, cuyo primer refugio es el impresionismo y así hasta hoy.
¿Qué hace entonces Antonio López?. Esa es otra cuestión.
RETRUÉCANO: Ahora, y mas con la informática, la fotografía ha asaltado cuarteles de la pintura, como la abstracción.
según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.
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