Ayer sábado volví al teatro Central y me llevé una alegría. No todo van a ser disgustos. Ésta se la debo a mi apreciado Juan Dolores Caballero, por mal nombre "El Chino" y a su compañía Histrión Teatro.
Se atrevieron con un Macbeth, y ahí debo reconocer que pese al crédito que me merece el director, iba un poco temeroso de lo que podía pasar. La dramaturgia y la capacidad de gestionar los clásicos no sobran entre los actores actuales y Macbeth es seguramente una de las obras más comprometidas del repertorio shakespeariano, sin contar con el problema intrínseco de defender un texto que construye un sinnúmero de tópicos que ya integran nuestra cultura... Por poner un ejemplo más claro de otra obra, la primera vez que un actor dijo sobre unas tablas "to be or not to be..." debió de ser un mazazo para las inteligencias presentes; subirse ahora a un escenario y volver a decirlo después de ochomil millones de veces requiere mucha capacidad y presencia de ánimo, convicción o yo que sé qué, para que no suene a letanía.
Pues a lo que iba, la gente del Chino salieron, le echaron huevos y urdieron una de las mejores representaciones de Shakespeare que recuerdo en un teatro, desde una ya lejano y mítico Romeo y Julieta del Lorsban Theatre en su carpa, pero esa es otra historia.
La representación fué sencilla y sin pretensiones en el mejor sentido teatral del término, desnuda y confiada al buen oficio de los actores y a la muy sólida dirección, para transmitir el drama y la energía de la obra sin caer en afectaciones. Una apenas escenografía e iluminación, música y efectos al servicio de la obra. Teatro casi de salón en una sala pequeña, perfecta para tener a los actores cerca y disfrutar de su trabajo. No es que no hubiese alguna laguna, claro (el Macduff era manifiestamente mejorable), pero era secundaria y en el conjunto perdonable.
También me sorprendió gratamente una selección de textos esencialmente respetuosa con el sentido de la obra, aunque sustancialmente recortada a poco más de una hora en un acto único, que no perdía en absoluto la esencia de la obra, aunque inevitablemente muchos textos y matices, que se llevaban por delante algún momento glorioso. Y digo que me sorprendió porque en muchas ocasiones cuando compañías de este perfil se plantean obras como ésta, lo hacen a costa de su texto, con resultados tan variopintos como frecuentemente deplorables. Por fortuna no es en absoluto el caso.
En fin, que gracias de nuevo al Chino y su gente, que desde Las Gracias Mohosas (al menos que me conste) vienen demostrando que saben fajarse airosamente con los clásicos.
según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.
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