en tres días he tenido la desigual fortuna de asistir a dos recopilaciones de textos en forma de espectáculo teatral.
uno con fragmentos de obras de miguel mihura, en producción del centro dramático nacional y otro dedicado a luis de góngora, montado por el centro andaluz de teatro.
el primero se representaba en el teatro lope de vega, con el título de «las visitas deberían estar prohibidas por el código penal» tomado del texto de un personaje de mihura, es una recopilación hilvanada con una dramaturgia propia más o menos feliz, pero que se sostiene con dignidad. es al menos suficiente para que los hallazgos satíricos de mihura brillen iluminando las mentes de los asistentes. dos sorpresas agradables fueron por un lado la sólida interpretación de pepe villuela, el mejor del reparto y que uno no esperaba en estas lides, y por otro la reacción del público, que no dejo de reír en toda la velada. me parecía a mi que el humor absurdo de mihura era menos transparente, sin embargo funciona con una eficacia que envidiarían los guionistas de cualquier programa de televisión, si fueran al teatro, claro.
el segundo espectáculo al que me refiero es "a la luz de góngora", que empieza traicionando su título, porque góngora da mucha más luz que el tímido alumbrón que padecimos en la iglesia de san luis de los franceses (y no me refiero al fallo técnico que tuvo a media representación con un solo foco central). unos actores con carreras prestigiosas dentro de sus registros, como juan luis galiardo y kiti mánver, no deberían dilapidar su crédito en aventuras pretenciosas y patéticas como ésta. los recitados de galiardo con despliegue de dentadura postiza y sobreactuación (¡¿de qué coño se reía?!) merecen la lapidación in situ; la recuperación de textos de otros autores, pretendidamente culta, es perfectamente prescindible; el montaje de fin de curso ofende la inteligencia del espectador... es un desastre innecesario. por demás, allí nadie parece saber nada de acústica escénica, porque una iglesia barroca tiene una excelente proyección desde el presbiterio y el púlpito, pero fuera de esos ámbitos es una caja sorda. como resultado, en cuanto los actores miraban para otro lado no se oía nada. por cierto, la comparsa que acmpañaba a los dos protagonistas en lugar de recitar los versos los aullaba.
en fin, no sigo que ya he dicho bastante. la experiencia ha sido interesante, porque demuestra hasta que punto el teatro es un espectáculo complejo y la calidad del mismo sólo depende en parte del texto, porque desde luego no vamos a decir que góngora sea inferior a mihura (aunque es cierto que no es autor teatral y adaptar sus textos es un reto más peliagudo). el resultado está ahí, en las tablas, para que cada uno lo juzque, aunque personalmente sugiero dedicar a la caridad los quince euros de la entrada del engendro del cat.
el primero se representaba en el teatro lope de vega, con el título de «las visitas deberían estar prohibidas por el código penal» tomado del texto de un personaje de mihura, es una recopilación hilvanada con una dramaturgia propia más o menos feliz, pero que se sostiene con dignidad. es al menos suficiente para que los hallazgos satíricos de mihura brillen iluminando las mentes de los asistentes. dos sorpresas agradables fueron por un lado la sólida interpretación de pepe villuela, el mejor del reparto y que uno no esperaba en estas lides, y por otro la reacción del público, que no dejo de reír en toda la velada. me parecía a mi que el humor absurdo de mihura era menos transparente, sin embargo funciona con una eficacia que envidiarían los guionistas de cualquier programa de televisión, si fueran al teatro, claro.
el segundo espectáculo al que me refiero es "a la luz de góngora", que empieza traicionando su título, porque góngora da mucha más luz que el tímido alumbrón que padecimos en la iglesia de san luis de los franceses (y no me refiero al fallo técnico que tuvo a media representación con un solo foco central). unos actores con carreras prestigiosas dentro de sus registros, como juan luis galiardo y kiti mánver, no deberían dilapidar su crédito en aventuras pretenciosas y patéticas como ésta. los recitados de galiardo con despliegue de dentadura postiza y sobreactuación (¡¿de qué coño se reía?!) merecen la lapidación in situ; la recuperación de textos de otros autores, pretendidamente culta, es perfectamente prescindible; el montaje de fin de curso ofende la inteligencia del espectador... es un desastre innecesario. por demás, allí nadie parece saber nada de acústica escénica, porque una iglesia barroca tiene una excelente proyección desde el presbiterio y el púlpito, pero fuera de esos ámbitos es una caja sorda. como resultado, en cuanto los actores miraban para otro lado no se oía nada. por cierto, la comparsa que acmpañaba a los dos protagonistas en lugar de recitar los versos los aullaba.
en fin, no sigo que ya he dicho bastante. la experiencia ha sido interesante, porque demuestra hasta que punto el teatro es un espectáculo complejo y la calidad del mismo sólo depende en parte del texto, porque desde luego no vamos a decir que góngora sea inferior a mihura (aunque es cierto que no es autor teatral y adaptar sus textos es un reto más peliagudo). el resultado está ahí, en las tablas, para que cada uno lo juzque, aunque personalmente sugiero dedicar a la caridad los quince euros de la entrada del engendro del cat.
1 comentario:
Fusionando y resumiendo: "las representaciones de Galiardo deberían estar prohibidas por el código penal", y ajusticiadas por el Tribunal Penal Internacional cuando vuelva a agredir a otros ciudadanos del mundo.
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