Comienza una serie que se promete inconexa, de transcripciones de mis notas de viaje al Río de la Plata. Mantienen el carácter de urgencia, a veces telegráfico, del original. Serán probablemente cronológicas, así que comenzaré con Montevideo.
“LOS MEXICANOS DESCIENDEN DE LOS MAYAS, LOS PERUANOS DESCIENDEN DE LOS INCAS, NOSOTROS DESCENDEMOS DE LOS BARCOS”.
Dicho Montevideano que no requiere comentario sobre la identidad nacional uruguaya.

Aeropuerto de CARRASCO. 10hs, 021206.
Un número sorprendente de los que esperan llevan el mate en la mano y un termo bajo el brazo… como quien fuma, pero sin molestar a los demás. Quizá sea para agasajar a los recién llegados, pero el número sorprende, y además mientras lo tienen lo usan, de pié en medio de toda la bulla imaginable.
Sé por una rimbombante guía que acompaña mi autobús hasta el centro de la ciudad, que esto es la REPÚBLICA ORIENTAL del URUGUAY, porque es la república que se formó al oriente del Río Uruguay, en 183o. Es bastante divertido que un referente topográfico, respecto al que se posiciona un territorio, acabe convirtiéndose en la denominación normal del país.
http://es.wikipedia.org/wiki/UruguayEl aeropuerto está en el departamento de CANELONES (no imagino la noble etimología del topónimo). El país se divide en 19 departamentos, que no llegan al estatus de provincia. Tiene una superficie de unos 170.000 m2 para 3 mill. de habitantes [densidad muy baja], de los que la mitad viven en la capital.
Es curiosa la prosopopeya de la mencionada guía. La forma de declamación. Y también el complejo de inferioridad nacional, que en general se anuncia extendido, pese a los excelentes índices de desarrollo que les atribuye la ONU (ver Wiki).
Más datos: Montevideo es la última ciudad fundada por los españoles en América, para frenar la expansión portuguesa en el Río de la Plata, que se consolidaba con la fundación de Colonia de Sacramento, y para conseguir un buen puerto natural en su península (el de Buenos Aires era una mierda).
Parece ser que El PUERTO de Montevideo fue la principal razón que le permitió al Uruguay ser independiente de la Argentina, ya que el resto de las que fueron (y hoy aún son) sus provincias dependen del puerto de Bs As para su salida al exterior.
Su héroe nacional, Artigas, no quería un Uruguay independiente, sino una federación de estados del Sur de América. Fue una revuelta que llegó del interior agrícola a la capital, leal a la Corona.
De aquella época aún persiste la denominación de los partidos Colorado y Blanco, desde 1830, los más antiguos de América. Viene del color de los ponchos de los gauchos que apoyaban a cada una de las facciones y que en un momento de la contienda decidieron diferenciar, para no seguir matándose entre los partidarios de un mismo bando, lo que podía aportar un extraño equilibrio a las batallas, pero quizá dejaba un porcentaje demasiado elevado del destino en manos del azar, siempre según la opinión de los generales... Las escenas bélicas que pudieron vivirse antes de este gesto elemental de uniformidad las dejo a la imaginación para otro comentario.
En medio de una declamación homérica digna de mejor causa, aprendo que la versión más “científica” del origen del discutido nombre de la ciudad viene de cierta anotación en las cartas marítimas de la exploración del Río de la Plata de época de la colonia: "MONTE VI DEO". Literalmente, "el monte 6º de Este a Oeste", que vendría a ser entorno al que se fundó la ciudad. Es bonito el toque epigramático, pero un poco rebuscado… ¿Quién se equivocó tanto y tan insistentemente hasta inmortalizarlo…? Parece poco probable que una lectura errónea en una carta marítima se multiplique hasta constituir el nombre de una ciudad... pero merecería la pena que fuese cierto, acaso como monumento intangible a lo inverosímil, que en ningún lugar quedaría mejor ubicado.
La primera comilona, en el restaurante “EL PALENQUE”, promete unos niveles de colesterol y testosterona que en su momento habrá que regular; el vino, Deo Gratia, es chileno y soporta reciamente, a base de taninos, el empuje de la grasa chamuscada. Algún día habría que volver a invadir estas tierras con el noble propósito de conseguir que dejen de achicharrar la excelente carne que tienen; es un objetivo de alcance no menor que la cristianización de los indígenas. Mientras pienso esto el camarero me aclara que aquí come el Rey de España cuando viene... sin proponérselo me da una idea sobre cómo canalizar la propuesta. Por cierto, ¿existe en España el corte que aquí llaman “asado de tira”? Hay que investigar.
El palenque, si la memoria hoy hace una excepción y no me falla, viene a denominar a la plaza que tras la puerta de una muralla se dedica al mercado ambulante, en la ciudad medieval. Y este restaurante se encuentra, en efecto, en el antiguo mercado. En pocos lugares sé que se haya conservado la denominación (la Plaza del Palenque, en Carmona, es uno) y sería bonito que en esta latitud remota lo hubiese hecho, pese a que el sentido amurallado se haya perdido.
Una tarde solo en MTVDO, en la que he visto una ciudad melancólica, que vive entre la ruina apenas de otra ciudad más rica y feliz, y no lo ha asumido con dignidad, austeridad o resignación, sino más bien con complejo. A cada momento se declaran un país subdesarrollado, y probablemente la imagen que tienen de si mismos es peor que la realidad.
El CEMENTERIO de la zona de Museo Arqueológico (Rambla) es uno de esos curiosos casos, no escasos, de camposanto con unas vistas magníficas (Casabermeja, Rivadavia…) No sé qué faceta de la estupidez humana ha desarrollado esta costumbre, pero suena a cosa romántica. Parece que sea del mismo carácter que justifica la monumentalidad en los panteones, pero no, porque en éstos es la vanidad de la familia la que alimenta el mármol y la pompa, en honor de los vivos que quedan, mientras que concederles las vistas a los muertos no se me ocurre que repercuta en ningún beneficio para los vivos. En cualquier caso, no parece probable que sean los usuarios los que disfruten del paisaje.
Una opción muy razonable para ver pasar la vida del MTVDO contemporáneo es sentarse en la terraza de la clásica cafetería (en un sentido muy madrileño) “La Pasiva”, cuyo sólo nombre invita a pararse y mirar, situada en la esquina en la que la Avenida 18 de Julio se encuentra con la Plazadel Palacio Municipal. El “CHIVITO” es la versión uruguaya del serranito, aunque muy mejorado volumétricamente. Lo destroza un pan deplorable.
Y aquí sigo tomando apuntes, mientras la ciudad pasa por delante sin que yo tenga que ir a verla...
Un día tendré que escribir de la LUZ de MONTEVIDEO, acaso reflejo del mar marrón y dulce, como chocolate, que la rodea.