En cuanto a la ciudad, requiere muchas tesis su definición, siquiera su comprensión. Sin pretender tanto, vale recurrir a la imagen del palimpsesto una vez más. En este caso, el urbanismo y la arquitectura del S. XX han ocupado la mayor parte de la tabla y más bien hay que rebuscar los signos de las escrituras precedentes.
Es muy obvia la presencia de la trama hispánica y de sus sucesivas ampliaciones, aunque el crecimiento de los edificios desvirtúa la escala que produce, al tiempo que demuestra su solidez para adaptarse a una edificación mutante, lo que no pueden decir muchos urbanismos. Sólo en zonas de Palermo o San Telmo se reconocen fragmentos de una ciudad pasada.
La ciudad es muy mixta, irregular, y no quedan lecturas unitarias. Quizá solo las grandes aperturas del S.XX conservan zonas de coherencia urbana y formal, donde aún se ve un proyecto de ciudad, fundamentado, por cierto, en la retícula hispánica. Las intervenciones racionalistas son puntuales y, aunque en ocasiones muy afortunadas como objetos individuales, no llegan a configurar un paisaje.
“Y la ciudad, ahora, es como un plano
de mis humillaciones y fracasos.
Desde esa puerta he visto los ocasos
Y ante ese mármol he aguardado en vano”
Buenos Aires /JLB
En “El otro, el Mismo”
(¿cuántos poemas habrá titulado Borges como “Buenos Aires”?)
Un problema de BsAs son las Medianeras.
¿Cómo ha conseguido el desorden urbanístico llegar a producir tal número de paños incontrolados y, ya hoy, destinados a perpetuarse?. Edificios mucho más altos que los del entorno y que el precedente que sustituyeron, dejan sus laterales irresueltos para la eternidad. Se supone que creían que las arquitecturas históricas acabarían sustituyéndose por otras de parecida magnitud que resolverían el problema. El ralentizamiento económico y el proteccionismo histórico han venido a estancar la situación en el estado actual.
Pero la cosa es enormemente compleja, porque no hay un tipo de arquitectura ni un solo momento en el que se produce este desorden. Las distintas oportunidades de crecimiento han sido “aprovechadas” a lo largo del S. XX con parecido criterio. Escasísimos y afortunados ejemplos resuelven la cuestión afirmando su identidad y separándose de la medianera en el remonte, para crear torres más o menos complejas, con todas sus caras resueltas. Pero esta solución, que es válida para la singularidad, es incapaz de resolver la totalidad de una ciudad en manzana, que se resuelve, por definición, desde la continuidad de la medianera.
“Al otro Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por BsAs y me demoro, acaso mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel…”
“Borges y yo” / JLB
El Hacedor – 1960
La cuestión, se ha dicho, es compleja, porque la variedad de los remontes impide elegir una hipotética altura de referencia a la que volver a igualar, sin mencionar el problema arquitectónico de la solución del remonte en si. Por otro lado, el volumen edificado total que está en dicha situación, unido a la “naturaleza” de la administración argentina, hacen ilusorio pensar en una solución que sencillamente declare “fuera de ordenación” los edificios y espere su decadencia futura.
En fin, una putada. Ya sé que comparada con otras muchas ciudades del mundo, en especial del tercero, la situación de desorden urbano es apenas anecdótica. Pero parecería que BsAs, reclamaba un mayor control y cuidado, una perfección insinuada pero con más excepciones que casos. Nadie añora el orden en Saigón, aquí, sin embargo, cada elemento fuera de control, siendo innumerables, se siente como una traición a la ciudad arquetipo de si misma que quizá nunca existió.
“ A mi ciudad de patios cóncavos como cántaros
y de calles que surcan las leguas como un vuelo,
a mi ciudad de esquinas con areolas de ocaso
y arrabales azules, hechos de firmamento” ..
“Versos de Catorce” / JLB
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