según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

29.9.09

PRÓLOGO

Deo volente, dentro de poco voy a publicar un libro de esas cosas en las que me entretengo. El título, por más señas, vendrá a ser "Fundamentos arquitectónicos para un turismo sostenible".
No pretendo que se lo lea ningún amigo, a los que prefiero conservar como tales, y es fatigoso repetir la explicación sobre el contenido del libro, pero por fortuna ha venido en mi ayuda el magnífico prólogo que el libro ha tenido el honor de merecer. Lo escribe el prestigiosísimo investigador, y sin embargo amigo, José María Cabeza y describe el empeño del libro mucho mejor de lo que yo sabría hacerlo.
No creáis los halagos que contiene, el autor ha sido generosamente sobornado, pero si lo leéis, además de obtener alguna enseñanza de la inagotable cultura de José María, es probable que me /os ahorréis una explicación mucho menos interesante.
Ahí va:

PRÓLOGO

©2009 José María Cabeza Lainez

El escrito que, contra pronóstico, ha caído en sus manos marcará el fin de un milenio para el pensamiento arquitectónico, si es que éste aún existe.

La industria turística como es bien sabido es ya la más importante del mundo, y seguirá siendo así hasta que las arenas del tiempo se agoten y el sol cese de brillar. Un instante no tan lejano como usted piensa.

Sin embargo, poco o nada se habrá hecho por trasladar la cuestión a un terreno científico.

Las Facultades que se crearon ex profeso en los últimos años se han centrado casi exclusivamente en la atención al visitante o turista, y en el modo altamente comunicativo e inter-subjetivo de satisfacer sus deseos más superficiales e inmediatos.

Sin embargo se le atribuye a Paul Bowles, en su obra The Sheltering Sky de 1949, la siguiente e importante distinción:

Mientras que el turista por lo general se apresura a Volver a casa tras unos pocos días o semanas, el viajero no pertenece ni a éste lugar, ni al próximo ni tampoco al anterior, se mueve con parsimonia durante años, yendo de una parte del mundo a otra, sin saber si algún día Volverá ni adónde.[1]

Traducido este fragmento a términos de Ecología, el turista vendría a significar un depredador. En cambio el viajero, fundiéndose con la Naturaleza, se ocuparía de regenerar su hábitat temporal, tanto física como culturalmente, igual que hacían los antiguos monjes giróvagos de Asia. La Vida es la Vía, se dice en el Dao que luego se tornó Zen y llegó caminando hasta Machado.

Nuestra exangüe disciplina Arquitectónica ha sido, como en el Burlador de Sevilla, una suerte de convidado de piedra que, al no intervenir apenas en el proceso turístico, se limitaba a recoger algún eco de vagas ensoñaciones folklóricas, no necesariamente españolas sino también africanas, centroeuropeas, polinesias, filipinas o caribeñas, semblanzas de etnicidad y paraísos artificiales con alcohol y viandas a bajo precio en cuanto a lo confesable.

Hasta que apareció uno de los pocos arquitectos interesantes que quedan en España, el pionero de la arquitectura bioclimática Benito Sánchez-Montañés, para poner voz, en este campo, a aquello de lo que la Arquitectura de hoy no habla: el Medio Ambiente; tan precario y exiguo que uno está tentado de sustituir la palabra “medio” por “miedo”, y proferir así el “miedo ambiente”, que sería una especie de versión cósmica del deportivo “miedo escénico”.

Sánchez-Montañés hace frente a esta trivial panoplia de historicismo moderno y artisticidad secularizada, mediante el carácter igualitario y la objetividad de la Ciencia.

Diseño Científico

En efecto, el premio Nobel neozelandés Rutherford, dejo dicho que la Física que no se le puede explicar al camarero de un bar, no es buena Física.

Ninguna otra actividad o faceta humana parece secundar o, al menos, apreciar tal axioma y por supuesto la Arquitectura no es ninguna excepción.

Con ese punto de partida, las ansías de objetividad nunca se agotarán en la Ciencia; a su vez en la actividad arquitectónica, sostiene Sánchez-Montañés, debería iniciarse esa difícil senda. Por ello, en la presente obra, el umbral de la objetividad es hollado cabe dos columnas: Monitorización o conocimiento instantáneo de la realidad espacial a través de sus sensaciones, y Simulación o sondeo del comportamiento futuro de los fenómenos de la arquitectura.

La opción que este texto nos presenta supone introducir la ciencia en los procesos de concepción arquitectónica, es decir una nueva alianza entre filosofía y ciencia.

A su vez la operación se ejecuta con un doble objetivo: re-culturar la Naturaleza y re-naturalizar la Cultura.

Esto conduce a un sistema de Composición que hemos dado en llamar Diseño Científico. Nunca anteriormente se había abordado ese proceso conscientemente en la arquitectura. Si hubo algún tímido intento fue inmediatamente condenado al ostracismo o a la marginalidad (por ejemplo en los casos de Yona Friedman y Christopher Alexander), como conoce por propia experiencia el autor.

Su aplicación consciente permitirá generar una nueva poética que acepte y asuma requerimientos desde todos los campos de la actividad, de la comprensión y de la sensibilidad humana, sin exclusión posible.

Esta poética debe entenderse como un potencial que aspira a satisfacer las más amplias expectativas de todos los seres humanos y, al mismo tiempo, producir el más alto nivel de emoción estética entre las personas.

Las estrategias que aquí se desarrollan, han dejado de ser “proyectivas” para convertirse en “trayectivas”, el diseñador y el usuario, como sugería Bowles, no serán ajenos al medio o al proceso productivo, sino que se complementarán con éste en una relación emotiva y simbiótica.

Debemos recordar al efecto, que el conocimiento fue y es sobre todo aisthesis, es decir sensación, y los estímulos sensoriales que conducen a la creación de un conocimiento son los mismos que favorecen su transmisión.

Ante éste y otros aires de objetividad, ambientalistas conversos proclaman a los cuatro vientos: “la sostenibilidad no es sólo cuestión de ciencia ni menos aún de energía, consiste sobre todo en la concienciación ciudadana” (que en este contexto lamentablemente, debe leerse como “manipulación”); con ello, simplifican tanto los hechos que todos quedan contentos y pueden volver a sestear, sobre todo los muy perspicaces políticos, aunque el problema, claro está, sigue sin resolverse.

Lo cuentan como si la cuestión científica y energética estuviera ya resuelta hace largos años o fuera alguna divina ocurrencia. Lo dicen también como si quisieran olvidar que cada vez que la ciencia o la tecnología, producen un avance el mundo cambia permanentemente para mejor y ya nadie se acuerda de cantinelas como el éter, el flogisto o la clorosis.

Por el contrario, las teorías expuestas en la siguiente obra, podrán estar equivocadas, pero al menos se han llegado a formular y a probar. El problema, es que no hay otra teoría alternativa para contestar o negar éstas.

Los ambientalistas de moda, que pueden perfectamente presidir alguna ONG mundial con sede en New York o Paris y ser (per)seguidos por miles de personas, no construyen teorías sino propaganda y no pueden demostrar ni experimentar absolutamente nada con su sarta de vaguedades, incertidumbres y medias verdades, tal vez leídas en alguna parte y justificables, pero nunca medidas por ellos mismos ni sus colaboradores.

Por eso les profetizo lo siguiente: cuando la cuestión energética esté verdaderamente resuelta o sea una veleidad del subconsciente, nadie volverá a hablar jamás de la “sostenibilidad” (punto).

Ya lo cinceló el poeta William Blake al escribir: “Divinidad disfrute de Inagotable Energía”, o sea el fin de toda tragedia, consiste en que el ser humano llegue a ser inmortal y se una con la tierra y el cielo.

Benito Sánchez-Montañés nos propone penetrar en un Dominio donde las manipulaciones resulten difíciles si no imposibles, y donde todas las creencias sean igualmente respetables y por la misma razón (sin entrar a enjuiciarlas) nunca puedan convertirse en justificación o fin último.

Es decir, un lugar donde sea posible demostrar todo aquello que se expone y el acuerdo o la alianza puedan darse en función de la inteligibilidad y la objetividad.

Terra Incognita

En el Libro XIV de Zhuangzi (400 A.C.) encontramos:

“¿Acaso el cielo se encuentra en perpetuo giro? ¿Y la tierra mora en reposo? ¿El sol y la luna se persiguen mutuamente? ¿Quién dirige y guía estos movimientos? ¿Quién los sostiene y los conecta? ¿Quién es tal que sin tensión ni esfuerzo, los produce y mantiene? ¿Existe quizás un proceso desconocido por el cual no podrían ser de otro modo? ¿O bien se mueven y giran por incapacidad de detenerse ellos mismos?”

“Wuxian Shao dijo: “Ven y aprende. En el cielo hay seis direcciones y cinco elementos. Cuando los emperadores y los regentes actúan de acuerdo con aquellos, surge el buen gobierno. Cuando los desafían, cunde la degradación. Observa los preceptos de los Nueve Hexagramas Luo, por los cuales el gobierno puede guiarse y la virtud se expande. Busca e ilumina todo aquello que hay bajo el cielo y todo cobrará vida. Es esto lo que otorgan los regentes augustos”

El daoísta nos alerta para recuperar la dimensión primigenia de un lugar por encima de nostalgias del pasado u otra consideración costumbrista. El único método eficaz y digamos que real para lograrlo, descartada la imitación mimética de la naturaleza, es el método científico.

Por eso Benito Sánchez-Montañés, a pesar de la incomprensión que esto le genera, mide con sensores las variables ambientales de los edificios destinados al Turismo, examina su comportamiento mediante modelos térmicos o bien simula las condiciones predecibles a partir de complejos programas informáticos, para producir un progreso real y tangible que sirva a ésta sociedad poliédrica.

El ambiente es luz, color y sonido. Como en el Dictum del Sutra del Loto, “el vacío son formas y las formas son vacío”. Las operaciones con el espacio no pueden ser otra cosa que operaciones con el ambiente. El legado de la historia, incluso dentro de la rama tectónica, no será sino la panoplia de soluciones ambientales que se han querido ver, con más o menos buena intención, bajo la forma de estilos.

En la antigua China el bandido Zhi asombró a Confucio al decirle: “La Tierra y el Cielo son ilimitados y eternos pero para los hombres, la muerte es inevitable.”

Habrían de pasar 2.500 años hasta que el arqueólogo Kanellopoulos identificase esta sentencia con el deseo por la Arquitectura, limitar lo Infinito, superar lo Inevitable, sublimar la Majestad de la Muerte.

Mientras que bajo esas sobrecogedoras ideas subyace un entendimiento de la Arquitectura como modo de dotar de expresión arquitectónica a las leyes comunes de la Naturaleza y la Colectividad, en la actualidad, más se diría con Eladio Dieste, que hemos confundido lo infinito con lo indefinido.

Llegados a este punto, lo consecuente sería devolver esos mismos principios a la Arquitectura del porvenir. Es en ese proceder, como ya hemos anunciado, donde tendrán cabida los quehaceres de la ciencia.

Arquitectura y Turismo

Fue Geoffrey Bawa, el arquitecto de Sri Lanka quien hacia 1980 se ocupó en primer lugar de las cuestiones del Turismo Ecológico, su Hotel Kandalama cerca de Dambulla, en el triángulo de oro del Patrimonio Mundial de aquella isla bendita y hoy atribulada, se yergue cubierto de vegetación como un referente incontestable frente a la ciudadela en la roca de Sigiriya.

Había tenido eso sí, el formidable precedente del Ashram de Sri Aurobindo, terminado en los 40s en Pondicherry y construido por Antonin Raymond frente a las ignotas playas del golfo de Bengala; en el legendario último refugio del apóstol Santo Thomma. La única mano de obra de la que dispuso fue la de un puñado de discípulos tamiles del gurú, que no eran ni tan siquiera obreros y no sabían nada de hormigón, he aquí la Ecología.

Recientemente, el arquitecto Justo García Rubio declaraba sobre la Terminal de autobuses en Casar de Cáceres, que su premiado edificio quería ser una metáfora del Viaje.

Entonces, ¿qué es verdaderamente necesario trasmitir mediante nuestra arquitectura para inducir deleite?

Una vez más el pensamiento oriental viene en auxilio:

Zhuangzi y Huizi paseaban por un río en la comarca de Liang cuando Zhuangzi dijo: los peces acuden a jugar alegremente, así es como ellos se contentan.

Huizi respondió: si no sois un pez, ¿cómo sabéis que los peces están contentos?

Zhuangzi replicó: vos no sois yo ¿cómo sabéis que yo no sé si los peces están contentos?

A lo que Huizi dijo: Yo no soy vos y admitiendo que no os conozco del todo, resulta claro que no sois un pez, lo que hace que esté seguro de que no sabéis si los peces están contentos.

Volvamos al origen de la cuestión, pidió Zhuangzi, vos me habéis preguntado cómo yo sé que los peces están contentos, así que al preguntar eso, sabíais bien que yo conozco la respuesta: lo sé porque yo mismo he acudido a solazarme a este río.

Es cierto, lo mejor que tenemos para ofrecer y disfrutar es nuestra propia Tierra, Ambiente, Naturaleza, o como dije en otro escrito sobre Astronomía, la capacidad de Aposentarnos y Habitar el Tiempo; el único fin posible para la Arquitectura.

Viaje a ninguna parte

El corolario de este libro es que el paradigma de producción espacial en el Mundo ha de ser paulatinamente ampliado hacia un concepto más científico de habitabilidad que recupere el espesor antropológico de lo construido y la comunicación entre el hombre y su entorno del mismo modo que ocurriera en la antigüedad.

Hoy se hace patente que no es viable un sistema planetario de urbanización que ha sido consecuencia de la cultura mediática del consumo, la globalización económica y la crisis de la política.

La red turística que se genera globalmente es insostenible desde la propia perspectiva ecológica y social por lo que han de ser orientadas las prácticas colectivas e individuales hacia la búsqueda de nuevas soluciones, aquí desglosadas.

Se propone ensayar nuevos conceptos territoriales que contemplen la participación ciudadana desde el momento de su generación, procedimientos que tengan como contenido la diversidad social, que cumplan con la calidad medioambiental y la economía ecológica, y que finalmente cobren sentido dentro de un concepto global de planificación a fin de ser capaces de impulsar una cultura poética.

Ha de ser recuperada una noción para la planificación integradora de múltiples factores en el proyecto arquitectónico. No basta con establecer el índice de impacto ambiental de ciertas actividades de construcción.

En el entendimiento de la Arquitectura y el Turismo como procesos holísticos, siempre será prioritario restaurar, intervenir sobre el patrimonio existente, antes que el crecimiento o la creación indiscriminada de nuevos territorios, que además ya no es posible.

Esta obra resulta eficaz para propulsar una cultura ambiental crítica. Superar la versión productivista y consumista, a través de una nueva visión poética y reflexiva, una metamorfosis especulativa que encontrase elementos válidos en el pensamiento y en la experiencia histórica y a la que podemos llamar “lógica social del espacio”.

La sociedad occidental valora el territorio de manera lábil, inútil e irreflexiva a partir de unos baremos mezquinos, promulgados por la cultura de los medios de masas, que además presentan el concepto de vacío o de naturaleza como algo desdeñable, cuando es justo al contrario.

Eventualmente se ha de buscar el equilibrio entre cultura, naturaleza, sociedad y tecnología, el Ekumene que el orientalista Ernest Fenollosa expresó así:

“A lo largo del siglo que viene la fuerza combinada del análisis científico y la sabiduría espiritual deberán unir para la eternidad la gracia entrelazada de la síntesis estética y el amor fraternal”.

Las herramientas científicas y arquitectónicas que se han desarrollado en este escrito van sin duda a generar una nueva sintaxis espacial. Puesto que ésta procede únicamente de la experiencia ontológica del medio ambiente, es posible traducirlas en aplicaciones tecnológicas e informáticas de utilidad inmediata , extensiva e intensiva.

Saludamos este tipo de iniciativas pues contribuirán a conocer mejor y a corregir los desequilibrios que se han venido produciendo en el hasta ahora errático devenir del género humano.

De su brillante potencial depende en gran medida la esperanza de una Humanidad doliente.

Aquí, Benito Sánchez-Montañés Macías puede parangonarse al postrer Goethe que reza,

“Alguien dijo: ¿por qué os empeñáis tanto en Homero, si después de todo no le entendéis? A lo que yo respondí: tampoco entiendo el Sol, la Luna o las Estrellas pero éstas pasan por encima de mi cabeza y en ellas me reconozco. Mientras las observo y contemplo su maravilloso curso regular, medito acerca de si, también de mí, algo bueno habrá de surgir.

© 2009 Kyoto



[1] Whereas the tourist generally hurries back home at the end of a few weeks or months, the traveller belongs no more to one place than to the next, moves slowly, over periods of years, from one part of the earth to another, knowing not when and where to return.

6.9.09

BERLÍN. Kunsthaus Tacheles


Otra visita reeditada diez años después es la de la hoy ya famosísima casa ocupada por artistas de Oranienburgerstrasse. En este caso, sin duda, es también de aplicación mi evolución personal, en diez años de pçerdida de inocencia artística de de capacidad de asombro. Dicho lo cual, aquí estamos ante un caso objetivo de degeneración. Este supuesto centro independiente y alternativo de arte contemporáneo, producido "al margendel sistema", se ha convertido en una simple atracción turística, un dispensador de emociones alternativas predecibles y recuerdos, una referencia de los tours más evidentes, un chiringuito, vamos.
Hay muchos más bares que arte, y el supuesto "arte" es una producción adocenada de artesanos trasnochados que se han quedado enganchados a ese negociete cutre, explotando el rol alternativo a falta de creatividad.
Huele a subvención de ayuntamiento progre que tampoco se lo cree, pero a ver si cuela. Las carpinterías de la casa okupada son ya de primera calidad, no se nos vayan a resfriar las joyas de la resistencia antisistema. Más gente viviendo del cuento.
El kunst del título ni está ni se le espera.

5.9.09

BERLÍN. Museo Judío.



Siguiendo la estela, con perdón por el chiste fácil, del Monumento al Holocausto, he revisitado, diez años después, el bien llamado Museo de Liebskind, Museo Judío para el siglo. Digo bien llamado según el nombre del arquitecto porque en este caso el contenedor supera con mucho al contenido, al tiempo que lo inventa, permite, justifica y amplifica. Me explico, en este museo el pueblo judío, convenientemente representado por alguna fundación, se concentra como suele en su desgracia y persecuciones entre laudes apologéticos, todo sin duda muy justo y merecido.

En mi primera visita de 1999 el museo estaba vacío, se exhibía exclusivamente el edificio, lo que era bastante raro pero sin duda sintomático de los planteamientos de sus promotores.

Entonces fui muy crítico con esta arquitectura, que consideraba (y considero) expresionista-expectáculo, tendente al tren de la bruja y no lejana a los hoteles temáticos de Las Vegas.

Hoy, que no ha cambiado el edificio, pero quizá yo sí, lo comprendo algo mejor, o al menos lo justifico, no sin cinismo.
Como digo, me ratifico en que se trata de una habilidosa atra
cción de feria historico-política-cultural, concebida para provocar en el visitante sensaciones lúgubres, opresivas (repetir el adjetivo "ominosas" en dos posts seguidos sería excesivo, aunque puede que no sea casual), angustiosas... si dejamos al margen alguna redundancia semántica en ciertos espacios del edificio que no enriquecen la experiencia y quedan como una tematización, por ejemplo, los "zarpazos" en la fachada.


En efecto, el edificio se concibe para vender el contenido, lo que logra con gran eficacia, puesto que no es probable que la misma exposición, situada en un contenedor neutro, fuese una de las más visitadas de Berlín. Precisamente por eso, debemos decir que estamos ante un gran éxito. ¿Arquitectónico o comercial?, se dirá, ¿pero hay diferencia? Si el encargo del arquitecto consistía en hacer algo que vendiese, el éxito comercial será el éxito arquitectónico, al menos desde el punto de vista funcional. Así pues, ¿no estamos ante un sencillo edificio funcionalista, un simple, honesto y bien concebido decorado de una película de terror? Sí, exacto, igual que no es un hotel temático de Las Vegas, pero somos hijos de Venturi, que vino a bendecirlo.

Por otro lado, reconozco que la experiencia de sentarse en un rincón de la Torre del Holocausto es sobrecogedora hasta donde la arquitectura ha conseguido impresionar el alma humana. Le debe mucho al expresionismo, sí, pero ese es otro tema. El caso es que no otra cosa persiguen las catedrales góticas y, de una u otra manera, toda la arquitectura aúlica: impresionar, transmitir un mensaje, dejar una huella. Y eso es fenomenología, expèrimentar las sensaciones que produce la arquitectura.

Pues entonces, ¿qué hay que criticar?

BERLÍN. Monumento al Holocausto


El Monumento al Holocausto de Berlín se situa entre la Puerta de Brandenburgo y Postdamer Platz, en uno de los muchos vacíos urbanos que ha dejado el trazado del Muro, lo que no es una pirueta histórica menor. Sus autores son Serra y Eisenman y se inscribe en el marco de operaciones de lavado de conciencia que acompañan a la definición de la identidad de la Alemania democrática, de las que seguramente constituye una de sus cimas.
Como lugar, incluso desposeído de significados a priori, es una de las grandes experiencias espaciales-emocionales que se puede tener en el mundo de las formas creadas por el hombre. Es un monumento que se vive, no se visita. Avanzar, hundiéndose con el suelo entre el bosque de ominosas estelas, es algo que nadie sensible va a olvidar. Muy recomendable experimentarlo con llucia, niebla y poca gente; yo lo he padecido en agosto... en fin, no debe de ser lo mismo.
El pequeño museo subterráneo es de interés menor. Si no se tiene interés por profundizar en los propios conocimientos del holocausto judío con detalles peculiares, lo más valioso es la forma elegida por Eisenman para generar una topografía invertida en el techo de las salas, con las "raíces" de las estelas en negativo, generando la metáfora de estar viviendo la tumba, el lugar de la muerte. Aunque la relación funcional con el exterior, correcta pero banal, destruye el impacto de la sensación. Por otro lado, la inserción de los accesos y salidas de emergencia, interfiere negativamente en la pureza del campo de estelas.
Dicho todo lo cual, como experiencia para un coleccionista de Lugares, es imprescindible.