según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

24.4.11

creative driving


El tráfico en India es una revelación con consecuencias multidimensionales.

Nuestro sistema de pensamiento racional admite una relación causa-efecto con incrementos lineales o exponenciales. Basados en esta creencia se emiten normas y penalizan las infracciones, convencidos de que a mayor número de restricciones la seguridad será mayor y que, a menor número de infracciones a las normas de seguridad, el número de accidentes y de víctimas consecuentes disminuirá.

Este es nuestro acuerdo y nuestro contrato social al respecto.

Si fuese cierto, aplicando la lógica lineal (o peor, exponencial, según nos amenazan) de infracciones->riesgo->accidentes->víctimas, las calles de las ciudades indias estarían sembradas de cadáveres, víctimas de accidentes de tráfico; pasearíamos por cualquier calle de Delhi entre el ruido metálico de los choques y el gemido de los moribundos. Y sin embargo no es así. Desconozco las estadísticas, pero desde luego, sea mayor o menor el número de incidentes que sufren, no alcanza a constituir la hecatombe que sería consecuente con nuestra lógica.

¿Cuál es la explicación? La precisa y completa excede con mucho a mis conocimientos, pero ensayaré el boceto de una.

La única posibilidad no sobrenatural que vislumbro es que el tráfico constituya un sistema de flujos interrelacionados, sistema que puede responder a más de una estructura y que, dentro de cada estructura, presenta una lógica distinta, con leyes de funcionamiento, pero también de variabilidad, que difieren entre sí. Por lo tanto, no se puede predecir el comportamiento ni las variaciones de funcionamiento que se registrarán al introducir una modificación, aplicando las leyes de una estructura a otra.

El tráfico en India es inverosímil para los esquemas occidentales. Los niveles de “autonomía” en las decisiones de cada conductor, sin aparente sujeción a ninguna regla, rozan el absoluto. Es la selva casi perfecta. Un policía de tráfico aparece ocasionalmente con una larga porra de bambú, pero solo introduce más caos, con lo que la imagen que transmite es de castigo arbitrario de un dios cruel, y no de orden. Hay un lenguaje sonoro muy intenso. Todo el mundo usa su bocina continuamente, con el fin aparente de crear una burbuja acústica que anuncie su trayectoria a quien no lo vea. El resultado atronador parece no molestar a nadie e incluso funcionar. Pitando uno puede elegir cualquier camino, carril o dirección, abalanzándose contra peatones o bicicletas en sentido contrario. El adelantamiento selvático no respeta más límite que el del espacio geométrico que permite el paso, y aún éste se somete a especulaciones en el límite (acaso las primeras teorías cuánticas se urdieron en medio de un atasco en Kolkata).

El pandemónium resultante dista de ser comprensible de forma sencilla por un occidental, que por lo general reacciona con una mezcla de pánico y resignación.

Pero lo cierto es que, mal que bien, el tráfico funciona, con resultados de tragedia que no deben de ser tan distintos de los nuestros, al menos no proporcionalmente.

Hay que pensar que la estructura relacional es distinta, como sus normas intrínsecas. Esa estructura es coherente y autoequilibrada por elementos diversos que no voy a intentar analizar. Pero está claro que su interacción consigue un cierto tipo de balance no tan distinto al de otros sistemas.

Lo importante es que todos los participantes en el sistema se integran con pautas compatibles. A borde de un auto-rick en el caos (¿pero hay un cosmos alternativo?) de una avenida de Varanasi se me ocurrió pensar que si en ese momento se soltasen veinte daneses en moto en esa avenida, sobrevendría una masacre; el resultado en accidentes y bloqueo se me antoja incalculable. Ni peor ni mejor que si en el ordenado tráfico de una avenida de Franckfurt se sueltan veinte tuc-tucs de Delhi.

Jhansi. Enero 11

23.4.11

is there anybody out there?

"These days no one ever reads anything. If they read, they don't understand. If they read and understand - they forget immediately"
Atribuido al escritor polaco Stanislaw Lem en una entrevista.

BENARÉS


Inefable. No soy capaz. En estado de shock. Incomprensión. ¿Qué ha sucedido?. De lo que he leído, nada ha conseguido transmitirme los niveles de podredumbre, decrepitud, ruina y miseria que ostenta. No debe, por tanto, ser transmisible con la palabra. Y su experiencia no es recomendable. Aquí es donde los textos dicen “y sin embargo”…. No, no hay sin embargo, no hay proposición adversativa posible. La mierda es mierda y, además, es sobrecogedor, con momentos hermosos, fragmentos memorables.

Nada es como uno espera (nada es como yo esperaba). Lo que obliga a recomponer la estructura del mito, que es algo más complejo que fabricarlo nuevo, porque el nuevo intento de comprensión lucha siempre con la precedencia. Ese mito previo se construye sobre fragmentos recolectados (generalmente triunfan los tópicos más repetidos, sean verbales o gráficos) y ensoñaciones personales que le dan estructura.

La imagen que se exporta de Benarés está extremadamente descompensada por la escasa presencia de suciedad extrema. Integrarla en el proceso de reconstrucción es difícil, sin destruir todo lo demás.

Probablemente el nivel de degradación generalizada tenga muchos factores. La aculturación que respecto a sus raíces supone el mundo contemporáneo debe de ser uno, con seguridad. El desconocimiento de los parámetros en los que se construye ese nuevo mundo y lo que se espera de él. También la desestructuración del sistema de jatis[1], que deja a mucha gente sin función y a muchas funciones sin actor que las cumpla. Por otro lado, Benarés es una ciudad que ha reventado por las costuras. La avalancha de peregrinos y de turistas de diversa especie, así como probablemente de inmigración de aluvión, persiguiendo los supuestos réditos de ese turismo, la ha saturado y disfuncionalizado.

El resultado, insisto, es un grado inusitado de decrepitud, descuido y cualquier tipo de suciedad que el hombre pueda producir. La suma de estos tres factores es sobrecogedora, destructiva, paralizante. Por primera vez, no bromeo, al ver una rata por la calle he sentido una instintiva sensación de asco y pena por la pobre rata, que tenía que deambular por un sitio tan sucio.

Y dicho esto, la grandiosidad del espectáculo humano tiene lugar en Benarés. “Grandioso” aquí no es positivo, es dimensional. El vértigo mostrenco de cada sentimiento, sublime o mísero, de cada acción, de cada intención y sus opuestos simultáneos se verifican en esta ciudad. La muchas veces santa y milenaria acoge el teatro del mundo en toda su amplitud y matices. Esta densidad, que se sostiene sobre la compleja y vieja alma india e hindú, es un espectáculo casi tan impresionante como la mierda. Desde la más perfecta mística hasta el más abyecto tráfico infantil conviven aquí. Y casi todo se puede contemplar simultáneamente en uno de los mayores escenarios construidos por el hombre: los ghats que bajan hasta la Gran Madre Ganga. Quintaesencia de la ciudad, su razón de ser, mundo paradójicamente axial y periférico[2], la línea de más de cincuenta ghats urbanos es el ágora y el espacio multifuncional de la ciudad, fachada y trasera, plaza y mercado, el mayor de los templos y de los vertederos que imaginarse pueda. Con ironía blasfema ( si tal cosa existiese en el hinduismo) deberán nombrarse al Ganges, en cuanto diosa que es, patrona de la jati “dalit”, la de los basureros, pues es diosa y cloaca.

De todas las funciones pocas sobrecogen como la del crematorio ritual. Hay dos ghats dedicados a este fin (pero entre otros, nada aquí es unívoco). El más propicio y mayor para el trance final es el más céntrico, que se encuentra más al norte. El Ghat de Manikarnika es la antesala del infierno. Dantesco es aquí un adjetivo riguroso. La ciudad parece crecer en altura y se cierra formando un hemiciclo terrible para asistir al fuego y tiznarse con la ceniza de los muertos. Hogueras fúnebres (varias), vacas hurgando en montañas de basura, pilas de leña como edificios, barcazas, chiringuitos, humo, familias miserables o que lo parecen, templos decrépitos, turistas, curiosos, leprosos y pedigüeños de cualquier ralea, los sadhus más enloquecidos, más vacas, ríos de mierda, tiendas de exvotos y de cualquier complemento necesario para la cremación, que en India son muchos, vendedores de chai que ya no lo protegen de la ceniza,

perros sarnosos peleándose, barcas de curiosos acercándose con un aspirante a guía fingiendo respeto a voces desde la orilla, cortejos fúnebre bañando a un muerto, cuervos rebuscando, monos robando, sacerdotes miserables engañando a un turista, brahmanes descastados realizando pujas entre excrementos, mujeres aburridas tras las tapias de los altares, vaharadas de orín, chapiteles negros de humo, caras sin alma.

En Manikarnika, Ganga ha dejado de ser amable y maternal, es ya sólo un sumidero, santo pero sumidero. De espaldas al resto de la orilla (no es casual), encerrado en sí mismo, este ghat abre la faz terrible de la naturaleza que nos absorbe. Una promesa, cuyo supersticioso origen olvidaron, hace creer a los hindúes que este lugar, esta muerte, este fuego y no otro, los liberará del samsara, pero ¿a dónde conduce esta puerta? ¿de dónde nace esta superstición tan alejada de las Upanishads? ¿Que alimenta esta cara terrible de la tradición bhatkica menor?

Este foco negro pero sin duda trascendente queda vibrando en nuestra conciencia, ofreciendo quizá una oscura clave que permitirá empezar a construir la respuesta que explique la incomprensible y poliédrica naturaleza de Benarés.


[1] Las jatis son una de las dos formas de estructuración social (la otra, de mayor rango, son las varnas) que en occidente, de forma genérica y con grandes dosis de incomprensión, denominamos “castas”, utilizando este término portugués con el que empezó a emborronarse esta compleja realidad desde las primeras colonias comerciales. Las jatis podrían, con matices, asimilarse a los gremios de la Europa medieval, aunque tienen un componente espiritual y kármico importante.

[2] Cabría estudiar urbanísticamente si acaso un motivo no menor de la disfuncionalidad de Benarés podría radicar en que su polo cordial es lineal (el rio) y absolutamente periférico, ya que la ribera urbana es la frontera con el puro campo. La ciudad histórica y por homotecia la moderna, tiene forma de empanadilla y su borde interior es el Ganges, que solo una fortaleza medieval se atrevió a cruzar para instalarse, como cabeza de puente, en la otra ribera.

21.4.11

notas de marrakech




Al menos dos fuentes en MRRKCH, que yo conozca, siguen el esquema tipológico del boceto: La fuente se encuentra bajo un arco y tejaroz, llenando una pila de dimensiones considerables y con un espacio vestibular; alineada a un lado, una loggia de tres vanos, detrás de arcos pesados, conformando una especie de mercado específico, quizás dedicado a un fin relacionado con la presencia de agua. Habría que investigar. Las dos que conozco están junto a sendas mezquitas. La más famosa es la Fuente Mouassine, quizá la más importante de la ciudad. La otra, en la Arset Aouzal, junto a la mezquita Bab Dukkala.

Algunas fotos de este viaje se pueden ver en:
http://www.facebook.com/media/set/fbx/?set=a.10150122428274708.300432.830399707


PALACIO EL BAHIA.

Tiene la peculiaridad de tratarse ya de un claro ejercicio de historicismo, comenzando en la 2ª mitad del s. XIX. A esto hay que hacerle dos observaciones: 1º es curioso el historicismo en sus propias claves, sin pasar por los filtros mudéjares a los que estamos acostumbrados o a los de cualquier otra lectura “orientalizante” europea. 2º ¿podemos hablar propiamente de historicismo con la carga semántica que cobra en Europa o es que sencillamente estos señores seguían haciendo la arquitectura que les parecía apropiada al uso en cuestión, introduciendo las variaciones que creyeron oportunas, pero sin sombra de conciencia “revival” sencillamente

porque nunca habían dejado de hacer lo mismo? Tiendo a sospechar algo así, aunque me falta documentarlo, pero tengo la impresión de que estamos de nuevo ante una categoría eurocéntrica, que no es universalizable.

Los elementos más claramente exógenos son las carpinterías de cristal en grandes ventanales, dando de las alcobas a los patios, o los lucernarios en los salones, si bien perforados con la prudencia de cubrirlos con linternas. Al menos ciertas cosas tienen aspecto de deberse a la intervención francesa de 1912.

Sin embargo, gran número de intervenciones son innegablemente genuinas, poniendo de manifiesto su origen e integración en el medio cultural de manera natural (sobre todo en la tipología) sin interpretaciones foráneas.