Entre las diferencias que permiten distinguir una obra maestra de un ejercicio monumental de pedantería literaria, está que la obra maestra tiene ideas y hallazgos que el pedante se empeña en demostrar que ha tenido, o al menos intuido.
"Corazón tan blanco", novela que ha dormido intacta en mis estanterías quizá más de quince años, por alguna razón sin duda sabia, parece haber sido escrita a golpe de recurso literario que la vehemencia de la juventud o el exhibicionismo de su autor han impedido velar convenientemente en el flujo natural de una narración razonable, y se muestra impúdicamente sobresaltando, dificultando la lectura, convirtiéndola en un pasatiempo estilístico en el que uno imagina al fantasma (espíritu, quiero decir) de Julián Marías sentado a su lado, con una sonrisa satisfecha, encantado de estar propinando tanto susto a su lector.
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