según algún diccionario: colección de inscripciones recuperadas en fragmentos de lápidas de época clásica.

27.3.10

PALABRAS MÁGICAS (una reflexión terminológica).



Ecología, bioclimatismo, desarrollo sostenible, sostenibilidad, permacultura, ecosofía, cambio climático, decrecimiento, transición, resilencia...

El pensamiento ecológico vive un momento de redefinición en la parte más interesante y más problemática que le toca plantearse.
La ecología contemporánea tiene varias fuentes reconocidas y algunas sospechadas, que no vamos a analizar aquí, pero que abarcan desde el sentimiento religioso de las deidades naturales hasta el instinto de supervivencia como especie surgido en las sucesivas crisis de recursos que se hicieron patentes en el último tercio del pasado siglo.

No en vano se reconoce la crisis del petróleo de 1974 como el gran hito histórico que proyecta el nacimiento del ecologismo contemporáneo; osea, que nos pusimos las pilas cuando vimos que la fiesta se podía acabar. No es una imagen muy altruista del ser humano como especie, pero es lo que hay. Pensándolo un poco mejor, tampoco hay por que analizarlo desde un punto de vista ético. Somos una especie movida por un instinto de supervivencia colectivo (1).

En aquel entonces, el conservacionismo en estado puro, al grito de "¡salvad las ballenas!" tuvo su momento de gloria, que en lo que toca al hábitat humano fue el momento de las casas solares, la época heroica de la arquitectura pasiva californiana. De entonces acá el discurso se ha hecho complejo más allá de lo previsible, enriqueciéndose en matices, por un lado, pero complicándose y llenándose de más incógnitas que soluciones por otro.

En el reconocimiento de esa situación queremos posicionarnos, plantar los pies, para mirar y pensar con algo de calma, proponiendo la colección de aportaciones que seguirán a ésta durante las próximas semanas.

Una pléyade de términos han ido jalonando el pensamiento, creando referencias en el camino a las que agarrarse o, al menos, respecto a las cuales situarse. El "desarrollo sostenible" intentó una visión económica de la sociedad humana que hiciese compatible elstatu quo del desarrollismo que sustenta la estructura capitalista de plusvalías con el mantenimiento de los recursos, entendiendo el planeta completo como un recurso complejo (2). En ese momento intelectual sigue instalada la clase política y productiva y, desde luego, todos los modelos de crecimiento urbano y de arquitectónico que hablan sistemáticamente de "eficiencia", osea: minimizar un daño para obtener un resultado, pero sin cuestionar la necesidad del daño.

Entonces, las evidencias cuantificables hicieron aflorar el rubor en las mentes menos ávidas, que comenzaron a dejar caer la primera mitad del sintagma, para hablar de "sostenibilidad" a secas, sin aspirar seriamente a reproponer el desarrollo. En este punto la cuestión de los países que hasta ahora, eufemísticamente, denominábamos "en vías de desarrollo", entraba en una crisis irresuelta, que ha dado la cara en todas las cumbres y reflexiones sobre el reparto de responsabilidad ecológica.

En medio de este ensayo de definición, Felix Guattari acuña un término afortunado, que acrisola una línea de pensamiento extendida y emergente, comprensiva con la complejidad de la situación, que no se resolvería desde la tecnocracia del reparto de consumos y emisiones. La "ecosofía" se define como una articulación eco-política de lo que llama "tres registros ecológicos": el medio ambiente, las relaciones sociales y la subjetividad del individuo. Esta línea, que ha corrido siempre paralela a la compresión reduccionista de los que se empeñan en considerar la cuestión como un problema de porcentajes, ha aflorado en comprensiones más inclusivas, sociales y de responsabilidad civil.

Pero una bandera volvió a simplificar el perfil del enemigo, el cambio climático y la reducción de emisiones se convirtieron en religión con su concilio de Kioto. Un nuevo objetivo simple tranquilizaba conciencias y marcaba la ruta hasta para el más modesto concejal de aldea. Ha sido necesario el fracaso, hasta en los objetivos menos ambiciosos, para volver a poner de manifiesto la irreductible diversidad del problema ambiental, la situación a la que nos referíamos al principio de este artículo.

La cuestión, en efecto, ha dejado de tener un diagnóstico ni mucho menos una solución evidente. En esta situación, son muchas las voces agrupadas al concepto de "decrecimiento", que plantean como la única opción viable reducir los estándares productivos de nuestras sociedades para ser sostenibles. Ethel Baraona ha planteado con lucidez la cuestión recientemente en este mismo blog. Pero aún en esta convicción subyace el concepto de sostenibilidad, es decir, moderar las entradas y salidas del sistema para que sea estable. ¿Qué sucede si el sistema, en virtud de la variación radical de las variables, es definitivamente inestable? En esa hipótesis se sitúan los que, como Rob Hopskins, ecólogo y formador, están construyendo e intentando aplicar el principio de "Respuesta de Transición" (http://www.transitionnetwork.org/) o lo que ya se conoce como la idea de "transicionalidad", que evoluciona desde el fundamento de la sostenibilidad hacia una respuesta basada en la responsabilidad y la creatividad, considerando el mundo de sobreabundancia energética e irresponsabilidad ambiental en el que hemos vivido como un paréntesis aislado en la historia, del que debemos pensar como salir lo más indemnes posibles. El concepto subyacente que se maneje es enormemente valioso y es el de "resilencia"(3), aplicado ya en varios campos de la física y la biología, y que vendría a ser la capacidad de los sistemas para responder a los impactos externos a su estructura. La estructura es el modelo de desarrollo que hemos alimentado y que hemos consentido que se convierta en propietario de nuestra supervivencia; el ataque, claramente, el agotamiento de sus fuentes y la quiebra de sus sumideros.

Estamos pues ante un panorama de incertidumbres y, en última instancia, con la capacidad de nuestra sociedad para imaginar respuestas como única herramienta para hacer posible un futuro digno de ese nombre. Sobre las formas de ese futuro y los caminos que nos conducen a él seguiremos reflexionando.

© benito sánchez-montañés macías, 2010.

NOTAS:

(1) Otro análisis interesante es el de hasta qué punto ese instinto de supervivencia padece inercias que cambian muy despacio. Depredar también nos viene del instinto de supervivencia y la supervivencia es uno de los fenómenos más "conservadores" (sensu stricto) que hay en la naturaleza.

(2) Su última y más cómica degeneración fue la de algún politicastro que manipuló los sufijos hasta conseguir hablar del "desarrollo sostenido" como el epítome de la ecología.

(3) O "resiliencia" según los tratados, aunque esta forma es más impronunciable.

REFERENCIAS:

Felix Guattari, "Las tres ecologías". Pre-Textos 1990. (Ampliamente difundido en la web).

Ethel Baraona Pohl, "Arquitectura y Termodinámica, el Arte de Decrecer". La ciudad Viva / Blog.

Rob Hopskins, "La transición hacia un mundo sin petroleo". TED Talks 2009: http://bit.ly/bEWrVP

No hay comentarios: